El relieve de la superficie terrestre no fue siempre igual, por el contrario, cambió constantemente durante millones de años. Fue un proceso lento y gradual en el cual intervinieron muchos factores que hoy en día continúan modelando el paisaje. Éstos pueden ser
exógenos o endógenos:
Los factores exógenos son agentes modificadores del relieve, que actúan en el exterior de la litosfera. Por ejemplo, los fenómenos meteorológicos, como la lluvia, el viento y las variaciones de temperatura; los fenómenos oceánico, como el oleaje y las corrientes submarinas; los fenómenos biológicos, debido a la acción de los seres vivos, etc. Los distintos tipos de suelos, las llanuras y terrazas aluviales, los valles glaciares, las dunas, los acantilados, los cañones submarinos y las llanuras abisales se forman debido a la acción de estos factores.
Los factores endógenos tienen su origen en el interior de la Tierra. Los movimientos de convección del magma en la astenosfera y su naturaleza fluida permiten que las placas del litosfera o placas tectónicas se mueven en sentido horizontal. Debido a esto chocan entre ellas, se deslizan unas respecto de otras o se separan.
El vulcanismo, los terremotos, la formación de montañas, las fallas y el plegamiento de la corteza terrestre se deben justamente a esta actividad. En consecuencia, aparecen cordilleras y fosas submarinas, islotes volcánicos, archipiélagos y desniveles en el terreno.
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